jueves, 27 de agosto de 2009

Azúcar



Archivo:Sugar 2xmacro.jpg
Magnificación de los granos de azúcar, mostrando su estructura cristalina monoclínicahemihedral.

El sector azucarero tiene gran importancia en la producción agroindustrial argentina, y una gravitación determinante en la economía del norte del país, especialmente en Tucumán. A partir de la desregulación del sector, en 1991, ha protagonizado una profunda transformación, y el fuerte incremento de su productividad lo llevó en 2005 a marcar el récord de 2,1 millones de toneladas de azúcar. Esto se logró gracias al trabajo en investigación genética (nuevas y mejores variedades de caña), el incremento de la inversión y a la optimización del proceso productivo.

Tipos de Azúcar

El azúcar se puede clasificar por su origen (de caña de azúcar o remolacha), pero también por su grado de refinación. Normalmente, la refinación se expresa visualmente a través del color (azúcar moreno, azúcar rubio, blanco), que está dado principalmente por el porcentaje de sacarosa que contienen los cristales.

La elección de uno u otro tipo de azúcar para el consumo debe depender únicamente del gusto personal del consumidor y no tanto de unas virtudes nutricionales, las cuales muchas veces son exageradas, ya que tendrían que consumirse grandes cantidades para notar alguna diferencia.

§ Azúcar moreno, el auténtico azúcar moreno (también llamado “negro” o “crudo”) se obtiene del jugo de caña de azúcar y no se somete a refinación, sólo cristalizado y centrifugado. Este producto integral, debe su color a una película de melaza que envuelve cada cristal. Normalmente tiene entre 96 y 98 grados de sacarosa. Su contenido de mineral es ligeramente superior al azúcar blanco, pero muy inferior al de la melaza.

§ Azúcar rubio, es menos oscuro que el azúcar moreno o crudo y con un mayor porcentaje de sacarosa.

§ Azúcar blanco, con 99,5% de sacarosa. También denominado azúcar sulfitado.

§ Azúcar refinado o extrablanco es altamente puro, es decir, entre 99,8 y 99,9 % de sacarosa. El azúcar rubio se disuelve, se le aplican reactivos como fosfatos, carbonatos, cal para extraer la mayor cantidad de impurezas, hasta lograr su máxima pureza. En el proceso de refinamiento se desechan algunos de sus nutrientes complementarios, como minerales y vitaminas

Archivo:Zucker 150 fach Polfilter.jpgCristales de azúcar bajo el microscopio polarizante






lunes, 10 de agosto de 2009

La economia nacional de los años '60

La década de 1960 produjo un giro en materia económica. En el contexto del modelosustitutivo de importaciones, la industrialización tuvo en esta etapa, entre suscaracterísticas salientes, una expansión de la industria pesada y semipesada, unfortalecimiento de los sectores más concentrados de la economía, y una participacióncreciente en la producción de las empresas transnacionales. Esta orientacióneconómica cobró impulso con el gobierno de Frondizi y se profundizó con la dictadura militar de Onganía.El desarrollismo impulsado por Frondizi entre los años 1958 y 1962, tuvo comoestrategia económica el fomento de la industrialización de las ramas de manufactura pesada y semipesada. Dicho objetivo implicaba enormes inversiones para lo cual, el gobierno de Frondizi, propició la llegada de grandes masas de capitales extranjeros.Así, comenzaba a crecer la participación de las multinacionales en la producción local.Durante la gestión desarrollista se expandieron los sectores más dinámicos ymodernos mientras que se benefició a los sectores más concentrados de la economía.El gobierno tuvo un rol activo orientando las inversiones hacia determinados sectores yfomentando ciertas actividades.En el período 1963-1966 se produjo una ruptura con la orientación desarrollista. Illia impulsó una política fiscal y monetaria expansiva lo que, junto a una coyuntura externa favorable por la suba de los precios de los bienes argentinos exportables, permitió un importante crecimiento económico.La dictadura de Onganía puso fin en el año 1966 al gobierno de Illia. A partir deentonces, la modernización y la eficiencia del sector productivo se convirtieron en los objetivos de los hombres de la “Revolución Argentina”. Dicha orientación implicó un cambio radical con respecto a las políticas proteccionistas que distintos gobiernos implementaron en el pasado.“Desde la óptica de Krieger, los problemas económicos argentinos se debían a loselevados índices de ineficiencia existentes tanto en el sector público como en elprivado. Para acabar con tales problemas era necesario realizar una redistribución de recursos, pero no entre los distintos sectores económicos, sino entre las actividades de cada sector” (Rapoport, 2002: 641). Ello explica el hecho de que si bien hubo crecimiento económico, el mismo no benefició a todos los sectores de la economía.El sector que más beneficios obtuvo con la orientación económica impuesta por elgobierno de Onganía fue la gran burguesía, sobre todo extranjera. Hubo un3 crecimiento notable de las empresas transnacionales que aumentaron su participación en la producción industrial.El avance de las grandes empresas tuvo como contrapartida el quiebre de numerosas pequeñas y medianas empresas nacionales, muchas de las cuales fueron adquiridas por capitales extranjeros, lo que contribuyó en aquellos años al proceso de desnacionalización de la industria local. De conjunto, el sector industrial sufrió internamente un proceso de concentración y centralización de la propiedad.En el plano laboral, tanto la experiencia desarrollista como el gobierno de Onganíafueron perjudiciales para los trabajadores. En la etapa de Frondizi los asalariadossufrieron una caída en el salario real, una disminución de su participación en el ingreso nacional, y un incremento de la desocupación. Por su parte Krieger Vasena, ministro de economía de Onganía, al tiempo que suspendió los convenios colectivos de trabajo, otorgó por única vez un aumento salarial. De esa forma “…a partir de laRevolución Argentina el incremento del ingreso de los asalariados se reducedrásticamente en relación al trienio anterior” y “[…] se produce una drástica caída en los salarios reales…” (Aspiazu et al, 1976: 597 y 599). Ello implicó una disminución en la participación de los trabajadores en el ingreso total.

Historia de la zafra




28 de junio de 1966 los militares tomaron el poder en Buenos Aires y, menos de dos meses más tarde, enviaron quinientos gendarmes y policías federales a la provincia de Tucumán para ocupar y cerrar por la fuerza siete fábricas azucareras. En el curso de los años que siguieron, sucesivas medidas de aquel Poder Ejecutivo Nacional (PEN) condujeron a la clausura definitiva de 11 de los 27 ingenios que operaban en la provincia, desatando un auténtico cataclismo social y económico. Las medidas del régimen militar comprendieron, además, la eliminación de unos 10.000 pequeños productores cañeros y la reducción de 120.000 hectáreas de cultivos. La provincia se sumergió en el marasmo más completo a medida que su producción se contraía en un 40 por ciento y que la desocupación arrojaba al exilio interior a unos 200.000 tucumanos. Los cierres, la parálisis económica y las quiebras se extendieron por toda la provincia, afectando a la actividad manufacturera, artesanal y mercantil que se vinculaba estrechamente con el ciclo anual de la zafra y la molienda: grandes y pequeños comerciantes, proveedores de máquinas y herramientas para los ingenios y las fincas cañeras, carpinteros y herreros, tenderos, almaceneros e infinidad de pequeños comerciantes. Varios miles de zafreros santiagueños y catamarqueños, que arribaban cada año para las cosechas, perdieron a su vez lo que representaba su fuente de trabajo principal en una lenta agonía que puso fin, con el tiempo (porque a ello contribuiría, también, la creciente tecnificación del agro tucumano), a esa migración estacional que poblaba periódicamente los campos tucumanos. Al finalizar la década, el territorio de Tucumán se asemejaba a un 'paisaje después de la batalla', sembrado de pueblos fantasma, en los que sólo quedaban niños, mujeres y ancianos. Buenos Aires y las ciudades del Litoral argentino tendrían que experimentar la década menemista para conocer, recién, una situación parecida.
En aquel escenario dantesco, la dictadura militar escogió como uno de sus blancos principales a la Compañía Azucarera Tucumana (CAT), cuatro de cuyos cinco ingenios fueron clausurados por el 'plan' de Salimei para Tucumán, anunciado el 21 de agosto de 1966. De las fábricas que conformaban el grupo CAT, que representaba un 20 por ciento de la producción azucarera tucumana, al menos tres se contaban entre las más eficientes de la actividad. La misma enormidad del despropósito, que amenazó con provocar una guerra social (que nunca llegó, sin embargo, como no fuese bajo la forma de desesperadas e ineficaces rebeldías, pero que alimentaría poco después los brotes de terrorismo y de contraterror criminal del Estado) obligó a Onganía a permitir que la CAT reabriera, en 1967, dos de los ingenios que le habían clausurado. A los pocos años, sin embargo, los funcionarios del PEN militar tramaron un complot para presentar a los directivos de la firma como los autores de un escandaloso negociado, que la prensa de todo el país calificó como el 'affaire del azúcar', una especie de supremo negociado del siglo. Los empresarios de la CAT fueron perseguidos, apresados, procesados y, cuando todo eso no resultó suficiente, los militares los convirtieron en prisioneros 'a disposición del PEN', sin necesidad de acusación alguna, invocando el estado de sitio que habían impuesto. La CAT fue intervenida, confiscada y obligada a una quiebra forzosa, y sus bienes y fábricas fueron traspasados a una empresa estatal creada para tal fin, la Compañía Nacional Azucarera S.A. (CONASA), administrada por coroneles, cuya existencia se prolongó hasta que una nueva dictadura militar, la del 'Proceso', reprivatizó los ingenios, rematándolos a precio vil. ¿Qué significado debemos darle a esos acontecimientos, en particular a la persecución encarnizada contra la CAT? ¿Tienen alguno? Para comenzar, digamos que gran parte del país se tragó la fábula, creada por aquellos gobernantes, de que habrían actuado para 'racionalizar' la actividad, para castigar la delincuencia económica y 'moralizar' su industria azucarera, y para promover al fin el desarrollo de la provincia de Tucumán. Semejante credulidad puede comprenderse porque la mayoría de la gente que compone nuestra sociedad estaba preparada para creerlo y, sobre todo, porque quería creerlo; y porque a ciertos industriales azucareros rivales, tanto de Tucumán como a los de afuera, en particular los grupos de Arrieta-Blaquier y Patrón Costas (propietarios de los ingenios Ledesma y San Martín de Tabacal en Salta y Jujuy), les convenía propagandizar la impostura, debido a que fueron cómplices y beneficiarios de la intriga. La demolición de la CAT fue sólo una parte de la brutal amputación practicada en la economía tucumana, pero lo curioso, y en cierta medida trágico, es que ese feroz ataque contra la provincia nunca fue considerado como tal ni siquiera en la propia provincia, sino como una crisis natural e inevitable de su enferma economía. La abrumadora mayoría de las descripciones históricas usuales contienen esta narrativa, que denominé en otro trabajo como la sacarofobia de la cultura argentina , con lo que aludo a un componente cristalizado como el azúcar, pero cristalizado en el cerebro de los argentinos, y especialmente en el de los porteños. La sacarofobia es un ideologema, una falacia, un argumento que no es verdadero, aunque presente la apariencia de tal; se funda en una petición de principio que integra la mentalidad promedio del país, y no tan promedio, porque la sacarofobia es cultivada y argumentada por historiadores, sociólogos y economistas de todas las escuelas y todas las ideologías, desde la izquierda a la derecha del espectro político e intelectual argentino. En pocas palabras, la sacarofobia es la representación de todo lo que tiene que ver con el mundo azucarero de Tucumán (¿quién sabe qué es Ledesma, o Tabacal, cuando se habla del atraso tucumano?) como el compendio del mal encarnado en la historia: el mal en un sentido moral, porque sus propietarios habrían sido -hasta hoy- unos malvados explotadores, ricos ausentistas y ladrones del fisco; el mal en un sentido físico o material, porque los sacarófobos imaginan que los ingenios tucumanos no son más que chatarra obsoleta; el mal en un sentido histórico, en fin, porque la sola palabra azúcar evoca a unos industriales presuntamente incompetentes que impusieron un modelo de sociedad retrógrada, edificado sobre la injusticia social. Como todo mal verdadero, metafísico y absoluto, el mundo azucarero tiene la propiedad de ser una pesadilla recurrente para el sacarófobo, un mal de nunca acabar. ¿Cuándo terminará la pesadilla del azúcar, cuándo dejaremos de oír reclamos provenientes de esa provincia?', se pregunta el sacarófobo, y sueña con el fin de la historia azucarera de Tucumán. Ahora bien, un motivo universalmente aceptado del credo sacarófobo consiste en la referencia a 'los ladrones de la CAT': este motivo es uno de los dogmas del credo y constituye un rasgo casi idiosincrásico de todo argentino (como de la mayoría de los tucumanos) de aquella generación que conserva alguna memoria histórica de los años 1960' y 1970'. ¿Tiene algo que ver todo esto con el mundo real? En realidad carece de importancia, porque un ideologema no necesita de ninguna correspondencia con el mundo real, ya que se alimenta de otras fuentes, que no son sin duda las empíricas. Porque la sacarofobia es un cristal mental que, a diferencia del azúcar, no se disuelve con nada. Sin embargo, como no llevaré mi escepticismo al extremo, la anécdota contenida en este trabajo debe leerse como una invitación a reconsiderar la historia reciente del país.



Proceso



Molienda
La caña es sometida a un proceso de preparación que consiste en romper o desfibrar las celdas de los tallos por medio de picadoras. Luego unas bandas transportadoras la conducen a los molinos, donde se realiza el proceso de extracción de la sacarosa, consistente en exprimir y lavar el colchón de bagazo en una serie de molinos. El lavado del colchón de bagazo se hace con jugo extraído en el molino siguiente (maceración) y el lavado del último molino se hace con agua condensada caliente (imbibición), que facilita el agotamiento de la sacarosa en el bagazo y evita la formación de hongos y la necesidad de emplear bactericidas. El bagazo sale del último molino hacia las calderas, para usarlo como combustible, o al depósito de bagazo, de donde se despacha para usarlo como materia prima en la elaboración de papel.

Clarificación
El jugo proveniente de los molinos, una vez pesado en las básculas, pasa al tanque de alcalinización, donde se rebaja su grado de acidez y se evita la inversión de la sacarosa, mediante la adición de la lechada de cal. Este proceso ayuda a precipitar la mayor parte de las impurezas que trae el jugo. El jugo alcalinizado se bombea a los calentadores, donde se eleva su temperatura hasta un nivel cercano al punto de ebullición y luego pasa a los clarificadores continuos, en los que se sedimentan y decantan los sólidos, en tanto que el jugo claro que sobrenada es extraído por la parte superior. Los sólidos decantados pasan a los filtros rotatorios y al vacío, los cuales están recubiertos con finas mallas metálicas que dejan pasar el jugo, pero retienen la cachaza, que puede ser usada como abono en las plantaciones.

Evaporación
Luego el jugo clarificado pasa a los evaporadores, que funcionan al vacío para facilitar la ebullición a menor temperatura. En este paso se le extrae el 75% del contenido de agua al jugo, para obtener el jarabe o meladura.

Cristalización
La cristalización o cocimiento de la sacarosa que contiene el jarabe se lleva a cabo en tachos al vacío. Estos cocimientos, según su pureza, producirán azúcar crudo (para exportación o producción de concentrados para animales), azúcar blanco (para consumo directo) o azúcar para refinación. La cristalización del azúcar es un proceso demorado que industrialmente se acelera introduciendo al tacho unos granos de polvillo de azúcar finamente molido. La habilidad y la experiencia de los operarios que deben juzgar el punto exacto de los cocimientos, es indispensable para la obtención de un buen producto. Esto deja una curva de solubilidad de la sacarosa.

Separación o Centrifugación
Los cristales de azúcar se separan de la miel restante en las centrífugas. Estas son cilindros de malla muy fina que giran a gran velocidad. El líquido sale por la malla y los cristales quedan en el cilindro, luego se lavan con agua. Las mieles vuelven a los tachos, o bien se utilizan como materia prima para la producción de alcohol etílico en la destilería. El azúcar de primera calidad retenido en las mallas de las centrífugas, se disuelve con agua caliente y se envía a la refinería, para continuar el proceso. Cabe resaltar que en este punto se obtiene lo que se llama Azúcar Rubia, debido al color de los cristales; a continuación se detalla el proceso mediante el cual el Azúcar Rubia se convierte en Azúcar Blanca o Azúcar Refinada.

Refinación
Mediante la refinación, se eliminan o reducen las materias coloidales, colorantes o inorgánicas que el licor pueda contener. El azúcar disuelto se trata con ácido fosfórico y sacarato de calcio para formar un compuesto floculante que arrastra las impurezas, las cuales se retiran fácilmente en el clarificador. El material clarificado pasa a unas cisternas de carbón que quitan, por adsorción, la mayor parte de las materias colorantes presentes en el licor. El licor resultante se concentra, se cristaliza de nuevo en un tacho y se pasa a las centrífugas, para eliminar el jarabe.

Secado
El azúcar refinado se lava con condensado de vapor, se seca con aire caliente, se clasifica según el tamaño del cristal y se almacena en silos para su posterior empaque.


-Cosecha caña de Azucar Mecanizada:

http://www.youtube.com/watch?v=mZVbKW1dkq4


La Caña y su gente

La producción de caña ocupa a gran parte de la población tucumana, por lo tanto, de su producción depende el bienestar de muchos trabajadores.

Las personas que se ocupan de la producción del azúcar son:

· los propietarios de los ingenios

· los pequeños y grandes cañeros independientes que venden su producción a los ingenios.

· los obreros de surco, es decir los que trabajan en el cañaveral, y los obreros del ingenio.

Los obreros pueden ser permanentes o temporarios. Los temporarios trabajan parte del año y son llamados "peones golondrinas", porque llegan para la cosecha y, al terminar esta, vuelven a su lugar de origen.

La Zafra

La Zafra, que es el tiempo de la cosecha, se realiza en junio, julio y agosto.

Para la zafra llegan los peones golondrinas, que en general son de otras provincias del NOA e incluso de Bolivia.

En la zafra se cortan las cañas, se las pelan y se las despuntan.

En las cosechas trabajan familias enteras, juntando, atando y despachando la caña.

En algunos lugares la cosecha es mecánica. La máquina tarda tres minutos en cosechar un surco de 100 metros, lo que al hombre le lleva tres horas.

Introducción

En 2004 la producción nacional de azúcar fue de 1.711.758.674 toneladas (expresado como azúcar blanco y azúcar crudo). Más del 90% del producto se procesa como azúcar blanco.
En nuestro país el cultivo de caña se localiza, fundamentalmente, en las provincias de Tucumán, Salta y Jujuy. Hay algunas áreas de producción en Santa Fe y Misiones, pero de menor escala.
Si bien la provincia con mayor producción es Tucumán, tanto el rendimiento de azúcar por hectárea, como la relación producción/ingenio favorecen claramente a Salta y Jujuy.
La mayor eficiencia de Salta y Jujuy se relaciona con la existencia de ingenios de gran dimensión y la integración de grandes productores primarios, que facilita el manejo del cultivo mediante tecnologías de avanzada. A la mayor escala de la actividad se suman las condiciones agroecológicas y climáticas de las provincias citadas, que resultan más aptas para el cultivo que su vecina Tucumán.
La industria azucarera es la principal actividad agroindustrial de Tucumán. La superficie cultivada con caña de azúcar representa el 40 % de la superficie total cultivable de la Provincia y el 71% del total de la superficie plantada con azúcar en la región del NOA. A esto debe sumarse la contribución proveniente de la industrialización de la caña de azúcar que aporta un 37% al Valor Agregado Industrial de la provincia. El cultivo de caña de azúcar y su industrialización, representan a su vez el 9% del PBI total tucumano (Datos de la Cátedra de Estadística de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional de Tucumán).
Con 200.000 hectáreas cultivadas y 15 ingenios, la actividad azucarera en su conjunto tiene, naturalmente, una enorme trascendencia social, puesto que constituye una de las mayores fuentes de trabajo de la provincia, empleando en forma directa alrededor de 20.000 personas.